viernes, 20 de abril de 2007

Gran Fondo de Puzol

El día 14 de Abril comenzó la nueva andadura del circuito diputación con un sentimiento de dolor para alguno de nosotros. Incluso para aquellos que creemos que esta vida es sólo un transito hacia la verdadera vida eterna junto a Dios Padre, que nos ha creado para ser ciudadanos del cielo, la pérdida de un ser querido nos merma en nuestra alegría y nos conduce a un estado de comprensible tristeza. Los que hemos perdido algún familiar cercano (y más aun si ha sido recientemente) podemos entender lo que se siente, aunque no por eso sentir el mismo dolor. Deseamos acompañar a los amigos que lo pasan peor, pero no podemos llegar a consolarlos del todo. Tan sólo Dios puede consolarnos y hacernos entender que no hemos perdido un ser querido sino que hemos ganado un enchufe más en el cielo.
Me siento extraño intentando elaborar un mensaje de ánimo y esperanza para una persona que destila optimismo por todos los poros de su cuerpo y que siempre ha sido un referente de cómo afrontar la vida con alegría y esperanza para mí. Estoy hablando de mi amigo Javier Galindo, que recientemente ha perdido a su padre, lo que no nos ha dejado indiferentes ni a mí, ni a nadie de la sección de atletismo de la UPV a la cual dedica desinteresadamente mucho de su tiempo y grandes esfuerzos. Él es de esas personas que hace a todo el mundo sentirse bien cuando está cerca suya, y que siempre se preocupa más de la gente que le rodea que por sigo mismo. Por eso, no es de extrañar que todos estemos tristes ante una noticia como esta a pesar de que la muerte puede vivirse desde la óptica de la esperanza.
Para él y para toda su familia, mi más sentido pésame y el deseo de que su padre esté ya contemplándonos desde el cielo y disfrutando de la felicidad eterna, y de que Dios pueda suplir el vacío que ha dejado en la tierra.
Toda la sección de atletismo quería homenajear de alguna forma al padre de nuestro amigo y compañero y sobre todo hacerle llegar a Javier el mensaje de que nosotros también estamos con él. Por eso hemos querido correr esta carrera con un signo visible del dolor compartido luciendo un pequeño lazo negro de duelo, y sobre todo, con el corazón encogido por la cercanía del acontecimiento.

Ojalá supiera escribir las palabras adecuadas para expresar mi sincero deseo de ánimo para Javier, pero en su defecto, sólo se me han ocurrido estas insuficientes líneas.

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